Entrevista a Toni Aguilar, médico, terapeuta y formador de terapeutas. Fundador de Cercle Gestalt. 

Toni Aguilar, un hombre maduro que conserva intacto su asombro infantil y un humor cálido e irreverente, es fundador de Cercle Gestalt y de otros centros dedicados a la terapia en la península y más allá. Es también meditador empedernido, terapeuta con solera y formador de formadores cocido al fuego chamánico de figuras legendarias como Guillermo Borja. En sus principios, el joven Toni que destacaba precozmente en el deporte de élite e hincaba los codos para convertirse en médico, decidió dejarse llevar por una inquietud profunda -parecida a la locura- y dar el salto a la Gestalt de la mano de Claudio Naranjo. Fue el gran psiquiatra chileno quién le mostró algunas puertas. “Mira, aquí hay una puerta,” le decía. Y abriendo puertas, Toni creció, aunque siguió siendo niño. 

Cuando llega al café donde espero para hacerle esta entrevista, apoya su lata de Coca-Cola Zero en la mesa que resplandece bajo el sol, coloca su mochila en la silla vacía y se sienta frente a mí, como aquel Toni adolescente. Apenas han pasado unos segundos y ya el aire se ordena, se despeja. Con su mirada se despliega una atmósfera de confianza. Toni genera una burbuja de intimidad, un campo ajeno a todo lo que no sea aquí y ahora. Entonces le propongo que invitemos a nuestros estudiantes a entrar en la burbuja. Y disparo:

“¿Qué es ser terapeuta?”, le interrogo mientras el aire sigue vaciándose a su alrededor.

“Ser terapeuta no es un rol, es ser persona”, aclara Toni. Y luego sigue “el que se encuentra a sí mismo, se convierte en terapeuta. Irradia conciencia y bienestar a su alrededor. Nosotros formamos a buscadores, a personas inquietas que se buscan, que no se entienden o no saben lo que les pasa, hasta que se encuentran”.

“¿Y cómo es el proceso formativo de un terapeuta Gestalt?”, pregunto. 

“Hay magia en el proceso y mucho trabajo duro, no es fácil”. Toni echa la cabeza hacia atrás y me clava una mirada seria. De pronto, parece cansado. “Es la senda del Alma… a veces el motor es curarse a uno mismo, a veces se empieza por querer curar a otro o sanar una parte de la historia familiar. Suelen ser razones del Ego las que llevan al destino del Alma. Y es, prácticamente, una guerra entre el Ego y el Alma, hasta que se convierte en una danza. Al final,  la persona logra cabalgar a su propio dragón, como en el mito del héroe”. 

“¿Cómo funciona exactamente?”, insisto, “¿qué puede esperar una persona que entre a formarse en el Cercle Gestalt?”. 

“La conciencia individual es como un círculo que irradia ondas a su alrededor. Durante la formación se da un proceso de deconstrucción de los sistemas de creencias. Luego, la persona se reconstruye a partir de su propia experiencia. En ese sentido, lo que ofrecemos es un laboratorio experiencial para que te reconstruyas. El proceso terapéutico es como remontar la corriente para volver a casa,  volver al propio corazón, a un lugar donde hay paz e intimidad. Donde es posible contactar con la ternura, la compasión y la vulnerabilidad”.  

“¿Y cuál es el punto clave, el giro por el cual la persona pasa a dominar a su propio dragón?, o cómo decías antes, ¿dónde empieza la danza y termina la guerra?”.

“A partir del autoconocimiento y la aceptación de lo que se es, uno cambia. Porque amplías tu conciencia, no tanto debido a tu deseo o a tu voluntad”. Toni es tajante en este punto. Luego sigue, “hay un antes y un después, eso sí. La Gestalt te provee con enseñanzas que tienen que ver con aprender a vivir. Cuando has limpiado los canales perceptivos, para ver mejor lo de afuera y lo de adentro, puedes entrar en contacto con la amplitud de la conciencia. Y como dice Claudio Naranjo, ¿qué es la conciencia sino Dios?”, suelta una carcajada expansiva y finaliza “entonces puedes saberte Dios… o mejor, disolverte en un mar de conciencia”. 

A estas alturas voy buscando el final. Le quedan segundos a nuestro aquí y ahora. 

 “¿Qué valor tiene el estudio en vuestra escuela?”, lanzo mi pregunta con intención de cerrar el círculo.

“A la hora de abordar tus estudios como terapeuta tienes que tener en cuenta el carácter, porque si eres una persona muy mental necesitas meterte con el cuerpo, y si eres muy emocional el ordenar las ideas te va a venir bien. Cada perfil va a tener un recorrido diferente. En cualquier caso, como psicoterapeuta es importante saber estudiar… y saber pensar”. 

Me quedo pensando en las puertas que me mostró Toni Aguilar durante mi proceso formativo… ¿quizá fueran las mismas que le enseñó a él Claudio Naranjo?. O quizá fueran otras. Quizá haya infinitas puertas, tantas como buscadores. Y quizá ahí sigan, todas las puertas. Esperando a ser abiertas. 

Por Faustina Hanglin 

IBIZA, 11 de junio de 2018.